jueves, 26 de diciembre de 2013
jueves, 19 de diciembre de 2013
viernes, 13 de diciembre de 2013
SOBRE EL AMOR
“Cuanto más ciego es el amor, tanto más impulsivo es y tanto más amenaza con consecuencias destructivas; pues el amor es una dynamis, que necesita forma y orientación. Por eso lo acompaña un Logos, como una luz que ilumina en las tinieblas”
C.G.Jung.
La fuerza del amor necesita forma y orientación. Muchas veces
se dispara como reacción emocional y es virtud del humano poder administrarla.
Mucho se ha hablado desde múltiples aspectos sobre el amor. El
amor materno asociado a la función de cuidado y nutrición. El amor
fraterno ligado a la solidaridad entre pares. El amor romántico-erótico
activado en la relación de pareja.
El ideal occidental del amor romántico nació en nuestra cultura
aproximadamente en el siglo XII. Al comienzo se llamaba amor cortés y el mismo idealizaba una relación espiritual entre varones y mujeres. Se caracterizaba porque
el caballero nunca se relacionaba carnalmente con la dama, los amantes no se
casaban entre sí y al mismo tiempo estaban comprometidos a mantener encendida
la pasión, intentando constantemente espiritualizarla. Este modo de amar los
elevaba en sus aspiraciones, los instaba a lo sublime y a la propia plenitud.
Vemos aquí cuán importante es, en función del amor de pareja, aclarar
la diferencia entre el amor humano, como base de una relación y el amor romántico, como ideal interno de
trascendencia.
En general tanto el varón como la mujer actual buscan su sentido
de la vida en la pareja. Otros lo buscan dentro de sí quedando ensimismados y de este modo negados al vínculo.
Frente a estas alternativas de la proyección de uno mismo en el
otro o del encierro sobre sí prescindiendo del otro ¿Cómo lograr un un vínculo de
pareja posible conservando el vínculo con uno mismo?
La respuesta es desde lo simple que no es lo mismo que lo fácil: A partir de nuestra individuación.
El proceso de individuación nos permitirá nutrirnos
conscientemente de las ansias de lo divino que el amor romántico representa y
continuar por ese camino, desarrollando una relación que respete la singularidad de cada uno y la identidad del vínculo.
lunes, 9 de diciembre de 2013
EXPECTATIVAS
AFECTIVAS
La expectativa es una suposición centrada en el futuro, la misma
puede ser realista o no. Sugiere la idea de anticipación, se espera que algo ocurra y mientras se espera se activa
la incertidumbre ¿ocurrirá?
Una vez activada la expectativa, pase lo que pase, se
despiertan las resistencias al cambio y por más que lo que se espera que ocurra
sea algo deseado, implica un desequilibrio frente al cual se
activa una defensa: la resistencia al cambio. A esta primera defensa
se le suman otras ante lo por venir.
Tal cual puede verse, la expectativa muchas veces lejos de
alentar esperanzas se convierte en una demanda hacia nosotros mismos y hacia los
otros, y tal como dice el dicho “quien
espera desespera”.
En estos tiempos de fin de año donde las propuestas de
encuentros y reuniones se multiplican, también se multiplican las
expectativas afectivas. Muchas de ellas tienen que ver con el agrado, con el disfrute del
encuentro, en cambio otras, se convierten en una exigencia.
¿Qué hacer con esas expectativas afectivas que generan estos eventos?
¿Qué hacer con esas expectativas afectivas que generan estos eventos?
Sería saludable hacer consciente el
vínculo con uno mismo, tomarse de la mano y acompañarse en el tránsito o dicho de otro modo: Ir con
uno mismo al encuentro con los otros. Aunque parezca obvio esto de ir con uno mismo en realidad no lo es. Muchas veces nos postergamos y esperamos encontrarnos en los otros o en las cosas.
Es a partir del propio vínculo nutricio que se puede ir al encuentro con los otros.
Pasare lo que pasare afuera solo el vínculo con uno mismo como propuesta de integración permanente, al decir de Jung, nos alojará más allá de las expectativas propias y ajenas.
Es a partir del propio vínculo nutricio que se puede ir al encuentro con los otros.
Pasare lo que pasare afuera solo el vínculo con uno mismo como propuesta de integración permanente, al decir de Jung, nos alojará más allá de las expectativas propias y ajenas.
domingo, 1 de diciembre de 2013
Las fiestas de fin de año
Encuentros y
desencuentros
con uno mismo y con los otros
Más allá de las creencias religiosas, los calendarios, los
usos y costumbres de cada sociedad, las fiestas de fin de año se reeditan como
un hito anual mundial; frente a ellas es imposible permanecer indiferente.
Consciente o inconscientemente “el balance de fin de año” se
impone y las propuestas de festejos se convierten muchas veces en una
exigencia.
¿Cómo responder a la demanda externa de fiestas cuando el
saldo de ese año no ofrece ánimo para
festejos? ¿Qué hacer con los sentires encontrados interna y externamente?
Centrándonos en la
“celebración”.
Comúnmente usamos los términos festejar y celebrar como
sinónimos sin embargo, cuando se festeja siempre se celebra, pero no siempre
que se celebra se festeja.
La celebración incluye una conmemoración y al mismo tiempo da
lugar para que, en el caso que las condiciones estén dadas, devenga un festejo.
En todo fin de año se conmemora un cierre-apertura de ciclo; dicha
conmemoración nos invita a renovar el compromiso con nosotros mismos para
elegir libre y responsablemente que celebración estamos en condiciones de
sostener en ese año.
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