lunes, 9 de diciembre de 2013

     

EXPECTATIVAS AFECTIVAS
Muchos de los acuerdos-desacuerdos-vinculares tienen que ver con las expectativas.
La expectativa es una suposición centrada en el futuro, la misma puede ser realista o no. Sugiere la idea de anticipación, se espera que algo ocurra y mientras se espera  se activa la incertidumbre ¿ocurrirá?
Una vez activada la expectativa, pase lo que pase, se despiertan las resistencias al cambio y  por más que lo que se espera que ocurra sea algo deseado, implica un desequilibrio frente al cual se activa una defensa: la resistencia al cambio. A esta primera defensa se le suman otras ante lo por venir.
Tal cual puede verse, la expectativa muchas veces lejos de alentar esperanzas se convierte en una demanda hacia nosotros mismos y hacia los otros, y tal como dice el dicho “quien espera desespera”.

En estos tiempos de fin de año donde las propuestas de encuentros y reuniones  se multiplican, también se multiplican las expectativas afectivas. Muchas de ellas tienen que ver con el agrado, con el disfrute del encuentro,  en cambio otras, se convierten en una exigencia.
¿Qué hacer con esas expectativas afectivas que generan estos eventos?
Sería saludable hacer consciente el vínculo con uno mismo, tomarse de la mano y acompañarse en el tránsito o dicho de otro modo: Ir con uno mismo al encuentro con los otros. Aunque parezca obvio esto de ir con uno mismo en realidad no lo es. Muchas veces nos postergamos   y esperamos encontrarnos en los otros o en las cosas.
Es a partir del propio vínculo nutricio que se puede ir al encuentro con los otros.
Pasare lo que pasare afuera solo el vínculo con uno mismo como propuesta de integración permanente, al decir de Jung, nos alojará más allá de las expectativas propias y ajenas.





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