“Todo lo que sé, pero en lo que no pienso momentáneamente; todo lo que en alguna ocasión me fue consciente, pero que ahora está olvidado; todo lo percibido por mis sentidos, pero que no lo tiene presente mi consciencia; todo lo que siento, pienso, recuerdo, quiero y hago sin intención y sin atención, es decir, inconscientemente; todo lo futuro que se prepara en mí  y sólo más tarde llegará a la consciencia; todo esto es contenido de lo inconsciente”
C.G. Jung
 
El inconsciente personal se irá formando a partir del recorrido vivencial en  la historia singular de cada individuo y  remite al contenido biográfico del sujeto que no está asumido por su consciencia.  
Ese estrato personal de lo inconsciente contiene recuerdos asociados a experiencias vividas, fueren dolorosas y/o frustrantes y/o sentidas como inapropiadas, que  se han  reprimido, es decir, que se han “olvidado”; también se conservan allí las percepciones subliminales, que son aquellas representaciones registradas, pero carentes de la intensidad necesaria para llegar a la consciencia.
Entonces, en ese inconsciente personal solo se encuentra lo que el “Yo” ha reprimido, es decir, contenidos que alguna vez fueron conscientes.
Todo lo que no es compatible con la consciencia del  “Yo” se reprime,  pero como en la psique nada desaparece, esos contenidos permanecen en el inconsciente personal bajo la forma de Complejos.
Para Jung los Complejos son vitales: Manifestaciones normales de la vida, desposeídas de la naturaleza  enfermiza que habitualmente le adjudicamos.
La cualidad positiva o negativa de los Complejos en el devenir de nuestra vida, dependerá de la familiaridad que tengamos con ellos y de la capacidad personal de resignificar la información que nos traen.