domingo, 9 de noviembre de 2014

BREVIARIO JUNGUIANO: Arquetipo Ánima-Ánimus (I)

“Si el encuentro con la sombra es la `obra del aprendiz´,
en el desarrollo individual, entonces el encuentro con el ánima es la `obra maestra´.”
C.G.Jung
El Ánima nombra el aspecto femenino del inconsciente de un varón y el Ánimus el aspecto masculino del inconsciente de una mujer.
Jung en un comienzo denominó este arquetipo “Alma” pero pronto  se dio cuenta que necesitaba un término neutral que no tuviera connotación religiosa. Su vasta experiencia sobre sueños y mitos le permitió concluir que los varones experimentaban su alma como algo femenino y las mujeres como masculino, por lo tanto decidió utilizar los términos latinos Ánima y Ánimus como sustitutos del término Alma.
Una de las características del arquetipo Ánima-Ánimus es la contra-sexualidad y la otra es su relación con lo desconocido (inconsciente).
Una de las funciones del arquetipo Ánima-Ánimus es servir como puente de enlace entre el yo-consciencia y el mundo interior, de la misma forma en que el arquetipo de la Máscara se despliega mediando entre el yo y el mundo exterior en el nivel interior.
Entre otras cosas, en un varón el Ánima inconsciente es la dinámica del principio de Eros, mientras que en la mujer el Ánimus inconsciente representa la dinámica del principio del Logos.
Los principios masculino y femenino se necesitan mutuamente y la base de su integración es la psique de cada individuo. Sin embargo, frecuentemente, experimentamos fuera de nosotros mismos aspectos de nuestro inconsciente a través del mecanismo de proyección.
Muy pocos varones y mujeres intentan alguna vez integrar, de forma consciente, lo contra-sexual en ellos mismos, porque no saben que está ahí. Lamentablemente la consecuencia de esta inacción se ve en las relaciones de pareja enfermizas-enfermantes.
Conceptualizar y trabajar el arquetipo Ánima-Ánimus es más difícil que el de la Sombra porque está situado a un nivel más profundo del inconsciente; sin embargo es fundamental hacerlo, tanto sea en función del propio Proceso de Individuación así como también para el vínculo de pareja.
Cuando en el interior de nosotros mismos nos reconocemos integrados, podemos confluir en el vínculo de pareja sin miedo a perder nuestra individuación.


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