Jung afirmaba que su tipología de
ningún modo tenía el propósito de clasificar a los humanos en categorías. Él la
consideraba una herramienta útil tanto para ordenar los datos provenientes
de la multitud empírica como para la comprensión de las variables individuales.
Asimismo, destacó la importancia de su utilización en el auto conocimiento del
psicólogo clínico.
Cabe aclarar que en su descripción,
Jung hizo diferenciaciones que denominó tipos generales de actitud y
tipos funcionales.
Los tipos generales de
actitud son aquellos que se distinguen por la dirección
de su interés, por el movimiento de su libido. Distingue dos actitudes diferentes ante la vida: La actitud extravertida y la
actitud
introvertida.
Según Jung los seres humanos nacemos con una predisposición
hacia un tipo de actitud: Hay personas que tienen una mayor tendencia a volcar
su energía en el entorno (extraversión) y otras lo hacen hacia su interior
(introversión).
La actitud
extravertida se caracteriza por una corriente de libido hacia fuera,
es decir, por el interés hacia los hechos, personas y cosas.
La actitud
introvertida, por el contrario, es de retirada. La libido fluye hacia
adentro y el interés tiende a la de necesidad interna.
En lo personal, considero que
lo más importante de esta tipología consiste en el planteo que hace Jung de la
“Ley de opuestos”, la cual nos orienta a trabajar aquello que menos
reconocemos. Es decir: Si a nivel de la consciencia alguien
se reconoce extravertido debería integrar su introversión,
la cual quedó en la esfera de lo inconsciente. En tanto que quien a nivel
consciente se reconoce introvertido, su trabajo consistirá en
integrar su extraversión inconsciente.
A estos tipos generales de
actitud se le suman los tipos funcionales, que veremos más
adelante.
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