“(…) no hay nada esencialmente objetable en que alguien se considere obligado a la tarea de la individuación que la naturaleza nos impone y a la aceptación de la totalidad o completez. Si lo hace de modo deliberado y consciente, evita las secuelas dañosas de una individuación reprimida; es decir, si asume la completez, no tiene ya que hacer la experiencia de que le sobrevenga contra su voluntad y en forma negativa. Esto es como decir que si uno debe necesariamente bajar a un pozo profundo, hará mejor en acometer la empresa con todas las medidas precautorias, no dejar que llegue el momento en que se precipita de espaldas por el agujero”.
C.G.Jung: "Aion". Ed. Paidós. Bs.As. 2008..Pág.81
Muchas obras literarias nos dan la mano para introducirnos en el tema de la sombra, Dr Jekyll y Mr. Hydee de Stevenson, Fausto de Goethe, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde.
En esta última novela, el personaje pacta con el diablo para que las secuelas del paso del tiempo y lo desagradable de sí no dejen huella en él sino en su retrato, el cual permanecerá oculto para que nadie lo vea.
Dorian sabe que aunque los demás no lo vean, su retrato existe y no resiste la tentación de verlo-verse cada tanto, quedando impresionado por lo que ve de sí.
La sombra personal se va constituyendo naturalmente durante la infancia. A través de los padres, docentes y demás adultos el niño aprende a diferenciar lo que es aprobado y lo que es desaprobado, lo que está permitido, valorado, gratificado y lo que no.
Al identificarnos con ciertos rasgos ideales (cualidades) al mismo tiempo vamos excluyendo a la sombra (inconsciente), aquellas otras cualidades que no se ajustan a nuestro ideal (defectos).
Se va constituyendo así “el otro en nosotros”. Guardamos lejos de la consciencia, lejos del darnos cuenta, todo aquello que nos desagrada de nosotros y desagrada a los otros. Pero tal cual reza la canción “aunque no lo veamos el sol siempre está”. ¡La sombra también!
De no integrarse, la sombra se convierte en negativa porque retroalimenta el bloqueo y el encapsulamiento de la energía psíquica.
Aunque integrar la sombra no es tarea sencilla, es indispensable para la salud del vínculo con uno mismo y con los otros.
La sombra conecta con lo instintivo, de allí que su reconocimiento e integración, nos libera y permite que nuestra individuación siga su despliegue.
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