martes, 24 de noviembre de 2015

La Sombra y el autoconocimiento

"Conócete a ti mismo"
(Precepto inscripto en  del templo de Apolo en Delfos)

Sin el reconocimiento de la propia sombra es imposible conocerse a si mismo. Oculta a los ojos de nuestra consciencia, la sombra no forma parte de la idea  que tenemos de nosotros mismos. La imagen  que se muestra al mundo se separa de la sombra, que permanece escondida. Cuanto más profunda sea esta separación Máscara-Sombra, más inconsciente será la sombra y tanto más ajena la sentiremos.
El reconocimiento y la reintegración de lo que está en sombra permite recuperar parte de uno mismo que han sido reprimidas por temor a la inadecuación y por ello al rechazo.
La propia naturaleza de la sombra es la de mantenerse oculta a la consciencia, mientras sus efectos se manifiestan en forma indirecta, por eso es importante aprender a verla cuando aparece, generalmente en síntomas y proyecciones.
No se trata de hacer consciente lo inconsciente sino de entablar un diálogo entre nuestro yo consciente y contenidos de nuestra personalidad total ocultos, reprimidos, negados.
Dicho trabajo con la sombra requiere  gradualidad y cuidado. 
Algo de lo conocido y funcional (máscara) debe resquebrajarse y  dar lugar a sentires ocultos, marginados por incompatibilidad con nuestra percepción de aprobación.
Se necesita tener un ojo mirando la luz y el otro hacia el mundo de la oscuridad, ya que la sombra es al mismo tiempo familiar y ajena,  atractiva y repulsiva,  cercana y lejana.
Es saludable cultivar una relación de respeto hacia la sombra, contiene aspectos personales tan valiosos como los más valorados por nuestro yo consciente. 
El trabajo con la propia sombra requiere compromiso y paciencia, la tarea es sin negarla ni dejando que nos invada; por más amenazante que pueda sentirse no es un peligro, es una  posibilidad de completud y libertad que nos espera y recompensa.

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