Si alguien
cayendo de sí mismo en sí mismo,
manotea para sostenerse de sí
y encuentra entre él y él
una puerta que lleva a otra parte,
feliz de él y de él,
pues ha encontrado su borrador más antiguo,
su primera copia.
cayendo de sí mismo en sí mismo,
manotea para sostenerse de sí
y encuentra entre él y él
una puerta que lleva a otra parte,
feliz de él y de él,
pues ha encontrado su borrador más antiguo,
su primera copia.
(Roberto
Juarroz)
¿Qué es la sombra?
La sombra representa nuestra cara oculta y rechazada. Es todo lo que hemos
arrojado al inconsciente; todo lo que nos produce incomodidad e inadecuación
(el odio, la rabia, los celos, la avaricia, la vergüenza, la lujuria, etc.). Empleamos todos los medios a nuestro alcance
para eludir la desaprobación, en
especial, de las personas significativas en nuestros primeros años de vida.
Sensibles a la apreciación de los otros, nos mostramos
según lo que se espera y valora de nosotros. Y para hacerlo tuvimos que rechazar
todo cuanto pudiera parecer desviado,
vergonzoso o reprensible. Por necesidad de aprecio, inclusión y pertenencia nos
adaptamos a las exigencias, las reglas y las leyes de nuestro medio.
Se construyó en el fondo de nosotros mismos un vasto mundo subterráneo
hecho de represiones y de rechazos acumulados durante años.
A esta energía psíquica comprimida, pero siempre viva y activa, le llamamos
la sombra.
Frey-Rohn (1991) la define como “ese
oscuro tesoro compuesto de los elementos infantiles del ser, los apegos, los
síntomas neuróticos y, por último, los talentos y los dones no desarrollados. Ella
asegura el contacto con las profundidades ocultas del alma, con la vida, la vitalidad
y la creatividad”.
Al identificarnos
con ciertos rasgos ideales (cualidades) al mismo tiempo vamos
excluyendo a la sombra (inconsciente), aquellas
otras cualidades que no se ajustan a nuestro ideal (defectos o
desvalorizaciones.).
Se va constituyendo
así “el otro en nosotros”.
Guardamos lejos de la consciencia, lejos del darnos cuenta, todo aquello que
nos desagrada o incomoda de nosotros y desagrada a los otros.
De no
integrarse, la sombra se
convierte en negativa porque retroalimenta el bloqueo y el encapsulamiento de
la energía psíquica.
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